lunes, 9 de agosto de 2010

DISCURSO DEL 20 DE JULIO EN HONOR AL LIBERTADOR

DISCURSO DEL 20 DE JULIO EN HONOR AL LIBERTADOR


SIMON JOSE ANTONIO DE LA SANTISIMA TRINIDAD BOLIVAR PONTE Y PALACIO

Estimados conciudadanos granadinos: en este día glorioso en que honramos el bicentenario del grito de la independencia, nos sentimos honrados de poder poseer el gentilicio de nuestros antepasados virreinales ahora en que la Patria lleva por nombre el que quiso el Libertador. Es sentido de orgullo Patrio, gracias a la gestión de nuestro querido Padre Clemente, que ahora los Vahenses podamos identificarnos como lo hacían los habitantes de nuestra Patria Grande en los días que se dieron los acontecimientos que hoy celebramos. Se siente el orgullo hasta los tuétanos, el honor e inimaginable placer de poderlos llamar: Granadinos, Hijos de Granada. Por lo que nuestro pueblo en sí, es un homenaje a nuestra Gran Nación Colombiana: por haber nacido en los tiempos en los que se germinaba el proyecto de nación y por llevar nuestro municipio el nombre con el que nuestro país ha sido conocido la mayor parte de su historia.

Hace 200 años, guiados por el natural impulso de proclamar libertad e independencia de las Españas en contra del dominio extranjero, del dominio de lo de afuera, de lo culturalmente contrario a nuestras justas y nobles aspiraciones, hicieron que personajes de talla del Regidor el Doctor don José Acevedo y Gómez, acompañado de los más ilustres y denotados personajes de la vida santafereña, honrando la memoria y filial obediencia a Cristo Crucificado y poniendo sus manos ante los santos evangelios, prometieron defender la libertad e independencia de la patria con los más altos sentimientos de honor y servicio, para garantizar “la libertad de la Patria; conservar la libertad e independencia de este Reino en los términos acordados; trabajar con infatigable celo para formar la Constitución bajo los puntos acordados, y en una palabra, cuanto conduzca a la felicidad de la Patria”. Tal como dice nuestra Acta de Independencia.

Como no recordar este augusto día en el que el clamor popular, en el cual reside toda la autoridad y soberanía, se manifestó en contra de la tiranía y abuso de poder que aún en nuestros tiempos sentimos. El proyecto de nación que tenían nuestros padres fundadores, aquellos que firmaron el acta del 20 de julio de 1810 en Santa Fe, ha tenido abrumadoras transformaciones durante estos 200 años, 7 Constituciones fueron firmadas en el trayecto de la historia de la vida Republicana de nuestra Patria, unas respetando el deseo explicito en el acta de tener un sistema Federal, otras con una forma centralista de gobierno, pero ninguna ha representado de forma viva y fehaciente el proyecto de Nación que se empezó a construir ese “viernes de mercado”.

Quizá las máximas del pueblo llano y soberano de “Viva el Rey, abajo el mal gobierno” no fueron bien entendidas y hasta hoy son tergiversadas de forma tiránica y cruel. El deseo de que “nuestro Augusto Monarca” fuera quien viniera a reinar a estas tierras no fue tomado sino como una expresión más de las líneas del acta, esta expresión, que debería guiar como un faro, el proyecto nacional naciente, no lo entendieron muchos sino como un pensamiento en pos de establecer una monarquía constitucional de papel. El Rey, como figura visible del Estado, es quien debe vivir y mantenerse por ser la muestra viva de la verdadera libertad, el Rey representa al pueblo, por lo que no hay Rey si no hay pueblo y es en el pueblo donde reside la verdadera soberanía, arrebatada esta por el dominio extranjero transformándose en una tiranía, que a su amaño, eligen falsos representantes para ejercer ese precioso tesoro de la soberanía y autodeterminación de los pueblos de forma aparente, pero no de forma real.

Estamos aquí para honrar a Nuestro Libertador, al hombre que más le aportó al proyecto de Nación, visionando una nación Grande, no solo en la extensión, sino también en participación a nivel mundial; el General Bolívar con su sueño Panamericano, quería que los hijos de América, se mostraran al mundo, fueran partícipes y protagonistas, tratando de evitar la vil humillación que durante estos dos siglos hemos sido víctimas.

Aunque la independencia alcanzada en esa primera mitad del los decimonónicos años, es un triunfo abismal de nuestro Augusto General, los naturales y humanos impulsos de poder, envidia y arrogancia, hicieron que se desataran traiciones, no solo a la persona del libertador, sino también al proyecto de construcción de Nación, con las diversas guerras civiles que bañaron en sangre la tierra sagrada de nuestra Patria durante todo el siglo XIX en las cuales sus autores han formado traiciones a la obligación de los gobernantes y de aquellos que han tenido cierta importancia y protagonismo en la Historia al Desarrollo de la Patria, han estancado la que debería ser la Senda Primaria de la Historia: El desarrollo de la Nación para garantizar “la Felicidad de la patria” como lo llamaron nuestros próceres en las líneas de nuestra acta.

Y es que las palabras del libertador se vuelven proféticas y más actuales ahora, en la que vemos, utilizando la misma expresión de don Simón: “Que El vecino del norte, ha sido el azote y tirano de nuestros países en nombre de la libertad”. La necesidad de unidad en una Patria Grande es más actual y necesaria ahora, en este tiempo que las vicisitudes de las realidades poco son favorables a nuestras necesidades, donde la reestructuración del mundo en un mal llamado “nuevo orden mundial” parece establecer “nuevas colonias” con eufemismos o categorizaciones de tinte económico y político, donde aparentemente se respeta lo inviolable, pero que en realidad van destruyendo y desestabilizando los verdaderos cimientos de nuestra nación para establecerse relaciones de tipo Dominación-dominado, donde se establece una lucha entre clases que, tal como dice Marx, Paren una historia, tal vez no imperialista, pero sin duda, destructores de una identidad, cultura y riqueza de nuestras naciones. La unión de nuestros pueblos, en los que compartimos identidades, sentires, religión y cultura son evidentes; no en vano, la mayoría de nuestros hermanos latinoamericanos celebran iguales efemérides en estas fechas, demostrando que es algo más que nos une, además de nuestra amada lengua, maravillosa herencia de la península, que nos convierte en descendientes directos de la grandiosa Roma, Republicana y civilizada por excelencia, en contraposición de los Bárbaros Anglosajones que se constituyeron en “hijos por adopción”.

El proyecto de Nación todavía, después de 200 años de este acontecimiento histórico, es más necesario que nunca. La senda del Desarrollo debe estar enmarcada en tal como lo dice nuestra acta: “Garantizar la Felicidad de la Patria”, mantener condiciones dignas para los habitantes de nuestra Nación y ser actores de primera en el plano mundial, pero sobre todo, manteniendo el Estado de Derecho, con la soberanía residiendo en sus habitantes, y por sobre todo garantizando la verdadera autodeterminación.

No queda sino decir como Ruben Darío: “Somos Hijos de América, Nietos de España, que rezamos a Jesucristo y hablamos el Español”.

Por la patria, todo por la patria, Viva Colombia, Viva la República.

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